Es raro el municipio que no cuente con una o varias leyendas. Hechos sobrenaturales, naturales o una combinación de ambos, que se transmiten de generación en generación sin saber a ciencia cierta si llegaron a ocurrir realmente. Nerpio no iba a ser menos y hoy, vamos a contaros una de estas leyendas.

 

Cuenta la leyenda que en Jutia en la era de la Losa vivía José, un mozo cuya novia residía en el cortijo Guillén. Una mañana de domingo, José marchó a ver a su novia con la intención de pasar todo el día con ella. Tras recorrer sin descanso los cerca de 14 kilómetros que les separaban, José llegó a ver a su amada.

 

Charlaron, rieron y disfrutaron de un hermoso día juntos bajo la atenta y a la vez discreta mirada de la madre de la chica. Empezaba a anochecer y José, aun sabiendo los riesgos que entrañaba la oscuridad, no tenía ganas de regresar. Fue la madre de la moza, preocupada por el camino que le deparaba a José, quien le animó a marchar a su casa. José obedeció y tras aceptar unas viandas que le habían preparado, marchó.

 

Cuando José llegó a La Carrasquilla, con la noche ya bien encima, divisó una manada de lobos ladera abajo, que se dirigían al sendero por el que él transitaba. A José ya le había advertido su padre cómo tenía que comportarse en caso de que se viera sorprendido por los lobos. Su sabio padre le había aconsejado no mostrar miedo, no huir y que arrastrara su faja por el suelo al tiempo que encendía un mechero. Sin embargo, su madre, también le había dicho: “Tú, le veas las orejas al lobo, corres y te subes al primer árbol que veas, no le hagas caso a tu padre”.

 

Ante la llegada de los lobos, con la cabeza hecha un lío y el miedo en el cuerpo, José, quitándose la faja de la cintura echó a correr hasta una enorme encima, arrastrando la larga tela.

 

Los lobos, atraídos por el olor de las viandas y el jaleo que José había formado en el monte, se acercaron hasta él. José ya estaba en la copa de la encina, inmóvil y en silencio, contemplando la estampa. De repente, los lobos desaparecieron.

 

José empezó a relajarse y consciente de su situación, decidió dormir en el árbol. Para evitar caerse y atraer de nuevo a los lobos, enrolló la faja que colgaba de su cintura al árbol. Así pasó la noche.

 

Cuando amaneció, los padres de José, alarmados por su ausencia, se dirigieron a la casa de la novia a lomos de sus mulas. A su paso por La Carrasquilla escucharon los gritos de su hijo. Aliviados, fueron a rescatarle.

 

José les explicó que se había atado al árbol tan fuerte que ni él mismo pudo librarse de sus ataduras.